El presidente de la Federación Extremeña de Caza, José María Gallardo, aborda  en el siguiente la situación de las poblaciones de conejos en la región e insiste en que las vías para la recuperación pasan por una vacuna efectiva, trabajo y paciencia. A continuación reproducimos íntegro su escrito:

Según la RAE, “suerte” es un encadenamiento de sucesos, considerados como fortuitos o casuales. Es decir, que la “suerte” es un hecho que ocurre sin nuestro control, sin que hayamos podido influir en él, sin importar la voluntad propia, la intención o el resultado deseado. Incluso estadísticamente, puede ser definida como el resultado positivo de un suceso poco probable. En consecuencia, podemos entender por “mala suerte” cuando esos sucesos incontrolables, aleatorios o sin intención,  acontecen de una forma negativa para los intereses propios.

Hace pocos días, me encontraba de casualidad con una noticia cinegética en un periódico digital toledano, la cual destacaba que en 24 términos municipales del este de Toledo había un “exceso” de presencia de conejos. Y pensé ¡qué suerte! Además hacía referencia a la rápida actuación de la administración, que había dado autorizaciones a tutiplén para su control y caza; así, cazadores y agricultores, todos contentos. Y pensé ¡qué suerte! Y aunque estamos hablando de poco más de 200 hectáreas, provincias como Toledo, Ciudad Real, Córdoba, Sevilla o Cádiz, entre otras, cuentan con unas poblaciones de conejos que han tenido la gran suerte de sobrevivir a la Neumonía Hemorrágica Vírica, al meloncillo, a los zorros y a nosotros mismos. Como venía diciendo, pura suerte.

En estos primeros días de marzo y en el ajetreo cotidiano que te da el estar en contacto con cientos de cotos, varios amigos y presidentes me decían que se estaban viendo muchos gazapos; estaban contentos, parecía que el esfuerzo de no cazar durante la temporada se estaba viendo recompensado. Pero nada más lejos de la realidad; ya se sabe, y permítanme hacer uso del refranero popular, que “a perro flaco todo se le vuelven pulgas”, y pocos días después me empezaron a llamar cotos del sur de Badajoz, confesando su preocupación, porque esos lindos y rollizos gazapos tornaban su suerte, y a día de hoy empiezan a verse cada vez más cadáveres. ¡Qué MALA suerte!.

Cuando los cotos gestionan cada vez mejor, cuando todas las medidas se toman para recuperar a nuestros lagomorfos, cuando tenemos una Administración que nos apoya cada vez más, cuando todos los entes nos empeñamos al máximo en recuperar el conejo y, a pesar de ello, la vida nos huye y nos atenaza la “peste vírica”, podemos decir… ¡Qué mala suerte!

Sin una vacuna efectiva -no sé si por “mala suerte” (ironizo)-, trabajo y paciencia es lo único que nos queda.

José María Gallardo Gil