No es mi intención polemizar pero comenzaré este artículo de opinión poniendo negro sobre blanco en lo que, para mí, son máximas que conceptualmente son certezas empíricas.

Empezaré afirmando que Alano no hay más que uno, lo demás son gaitas para justificar la incapacidad selectiva para hacer raza partiendo de cruzados residuales del periodo de recreación del Alano Español; es decir: “niego la mayor”.

El Alano Basati, el chato Alano, algunos villanos fuertes y perros de presa del país que agarran vacas o cazan, no son más que pseudoalanos con matices diferenciales propiciados por presión selectiva. Hijos residuales del bastardeo de aquellos primeros partícipes del proceso de recreación, ejemplo: Rambo (Nabarro) hijo de Turco por Arepa; Turco fue un  medio bóxer y Arepa un descarte de Contera por tener mala boca y cerrada en Limón.

El Alano Español actual es el resultado y culminación de un proceso de recreación, que no de recuperación, iniciado y consumado por Carlos Contera con la inestimable colaboración de algunos otros.

La recreación comienza con tres perros encartados, una perra de Cáceres (Arroyo de la Luz) y una Dogo Argentino (Nieve). Si alguien piensa, de una forma absolutamente ingenua e idealista, que los perros encartados eran Alanos, que se desengañe: no lo eran. Txacur, Limón, Nabarro y Loli fueron perros de presa del país, perros-bisagra sin raza que fueron pernos necesarios, junto con un soporte fenotípico y funcional (Nieve) para hacer girar la selección sobre una funcionalidad y un tipo concreto, convirtiéndose en una población homogénea diferencial que fija los caracteres propios en tipo, carácter y función. Eso es raza.

El Alano, a día de hoy, no es más que el heredero del Alano del Medievo en la raíz más profunda, en lo vernáculo, en lo atávico de agarrar, parar y dejarse matar antes de ceder en la presa, bregando hasta el último hálito… y poco más.

El Alano actual es raza consolidada en tipo y función gracias a un proceso de recreación a criterio de uno de los mejores documentalistas caninos que tiene este país. El Alano nace sobre la idea romántica de recrear el mito medieval: el Alano zancajoso de boca irreductible, el Alano de viento certero con “aire” bajo las patas y mucho alcance; codicioso, sufrido, austero, seco de belfo, mordida en tijera. El Alano actual nace en los ochenta y culmina en los noventa con ejemplares como A. Goti, Alano absolutamente prototípico y arquetipo de la raza. Todos los perros que no sean como A. Goti, o tremendamente parecidos, no son Alanos.

El momento culmen, cuando el Alano llega al cénit, es en los años 93-95. El proceso de recreación llegó a la cumbre y, sin solución de continuidad, el Alano empezó a descender por el tortuoso camino de la carencia de rigor selectivo; cayó, perdiéndose la raza y la tipicidad por el camino, hasta el infierno que vive hoy.

Las causas son diversas pero, básicamente, podríamos decir –sin miedo a equivocarnos- que el proceso paralelo de cría conducido por aficionados voluntariosos y “buenistas” fue un monumental error conceptual. Este proceso desembocó en diversas asociaciones que en nada han ayudado al Alano como raza. Más bien todo lo contrario…

Conceptualmente, este grupo de aficionados -repartidos por toda la geografía- pensaron que estaban en el mismo plano, en el mismo nivel intelectual de los recreadores de esta raza. Craso error: no lo estaban y confundieron el atún con el betún porque los dos vienen en lata.

Un Alano además de serlo tiene también que parecerlo; es decir, tiene que ser representativo y diferencial en función y tipo. Perros mestizos y razas que muerden hay muchos, pero no son Alanos. Perros de presa del país, cruzados ligeros y mestizos mil leches los hay agarrando de forma extraordinaria. ¿Eso se traduce en que son Alanos? Es evidente que no.

El Alano Español es un especialista insuperable en su función. El fenotipo del Alano es consecuencia de la adaptación a su trabajo; y como todo el mundo sabe, el oficio hace oficial.

Y el oficio del Alano es seguir las ladras cuando jipan los punteros al levantar la caza, llegar y agarrar con absoluto desprecio por su vida. El Alano es un perro de presa, un presa ligero con alcance, un presa de boca irreductible, un presa de belfo seco y mordida preferiblemente en tijera o, en su defecto, una tijera invertida ceñida; un presa sublongilíneo corredor que, en mi opinión, debe tener entre 61 y 63 cm y entre 37 y 40 kg, con una proporción cráneo-cara de 63-37.

Cuando hablo de Alano Español no hablo de esas aberraciones que se pasean por los ring y a las que un juez, que no tiene ni repajolera idea de lo que es la raza y que no ha visto un agarre en su puta vida, da mejor de raza. Me pregunto yo: ¿de qué raza?, ¿de los inútiles funcionales?

Cuando hablo del Alano siempre hablo de perros de trabajo, de los que entregan el pellejo en el monte con vacas o guarracos; de los que no ceden, de los que no aflojan, de los que se dejan matar antes que entregar el pleito, de los que mueren agarrados con la boca candada como mandato divino.

Antonio Artero Nevado.

Afijo “La Guadaña”

“Algunos crían Alanos para enseñarlos, otros los criamos para utilizarlos”