En la última semana y a raíz de un artículo en el periódico “El País”, se ha montado un revuelo mediático que para nada es novedoso, ya en 2009 salió a la luz la problemática que desde entonces agricultores, ganaderos, gestores cinegéticos y cazadores venimos padeciendo.

Infecciones masivas de tuberculosis en el ganado, siembras arrasadas, el bosque y matorral mediterráneo, las dehesas en continua evolución desde hace miles de años, la pureza de las aguas de ríos y embalses, todo, deteriorado, en peligro de extinción. No es una película de ciencia ficción a la americana donde el fin del mundo se acerca, es la cruda realidad del Parque Natural que en 2007 fue declarado Nacional, en el que se prohibió la caza desde entonces y en el que desde ese mismo momento se pudo vaticinar el problema que ahora sufrimos. La Tuberculosis que inunda nuestros abrevaderos y mata a nuestra cabaña ganadera.

Evidentemente ni desde el sillón de un despacho en la Administración, ni desde el radicalismo extremo de muchos ecologistas y por ende anti-caza se pudo presagiar esto, no hay más ciego que el que no quiere ver. Se ha tratado de conservar un entorno, el del bosque mediterráneo, su flora y fauna, apartando de él a las personas que lo habían creado, agricultores, ganaderos y cazadores. Ellos son los responsables de que Monfragüe sea Parque Nacional, y ahora, tras cientos de años en perfecta armonía se  les limita e incluso se les aparta, dando como resultado el descontrol del equilibrio biológico creado entre hombre y naturaleza. La caza, una de las actividades principales del Parque desde que en 1979 la Junta de Extremadura decidiera darle la máxima catalogación autonómica, se restringió o mejor dicho se prohibió en sus más de 17.000 has. a partir de su nombramiento en 2007 como Parque Nacional, y ahí fue donde comenzó el problema.

 

De eso han pasado ya casi cinco años, en los cuales las poblaciones de jabalí y ciervo, especialmente de este último, se han descontrolado, las densidades de cervuno han pasado a valores insostenibles para nuestro Parque, corriendo peligro el ecosistema generado durante décadas y expandiéndose el problema a todo el pre-parque o “área de influjo económico”. Ya hemos escuchado y leído en multitud de ocasiones a dos de los baluartes de la Universidad de Extremadura, los profesores Juan Carranza y Daniel Patón, pidiendo mediante los numerosos estudios realizados la reducción significativa del número de ciervos y jabalíes por hectárea. Según los censos existentes, la densidad asciende a unos 47/50 ciervos por cada 100 hectáreas, siendo la densidad idónea para el hábitat del Parque de 28 cabezas por cada centenar de hectáreas. En noviembre de dos mil nueve, un grupo de empresarios del entorno de Monfragüe se manifestó en Toril contra la decisión de prohibir las monterías en el Parque Nacional, según sus palabras “si prohíben la caza en Monfragüe la superpoblación de ciervos y jabalíes que ya sufrimos, y que está teniendo consecuencias tan negativas, irá todavía a más” y de lo dicho pues los hecho.

Las consecuencias son evidentes y día tras día a la Federación Extremeña de Caza nos llegan problemas surgidos por las desmesuradas poblaciones de ciervas. La primera ficha del dominó cayó en 2007, ahora los problemas se extienden a muchos más términos municipales de los 7 que comprenden los terrenos del parque. Es una auténtica debacle la que sufren agricultores y ganaderos, pero directa e indirectamente cotos de caza, y principalmente sociedades locales de cazadores, limitadas en su gestión por la administración, son las que tienen que asumir la mayoría de quejas del sector agropecuario, indemnizaciones por daños que en la mayoría de casos son imposibles de pagar, y que con el esfuerzo de unos y la resignación de los otros se va sobrellevando. Quizás el exceso de celo conservacionista de los que nos administran y de los otros que dicen defender nuestra naturaleza, haya dado como resultado la situación que tienen que aguantar justo quien no la ha provocado.

Una solución es lo que pedimos desde la Federación Extremeña de Caza, una solución que vienen reclamando durante años sociedades locales de cazadores, cotos privados, agricultores y ganaderos, solución que cada vez se hace más necesaria para Monfragüe y su entorno. Sociedades Locales como la de Malpartida de Plasencia, sita en el “área de influjo económico” y otras situadas a kilómetros de estas áreas superpobladas como Romangordo o Almaraz, están experimentando desde hace unos años la catálisis de esa primera ficha de dominó, en los últimos años se suceden los accidentes por ciervas en autovías y carreteras convencionales, los casos de tuberculosis en el ganado doméstico se duplican o triplican cada año, la esquilmación de los pastos para el ganado es un hecho y en la alimentación con la que el ganadero tiene que suplementar a su cabaña, es normal ver rebaños de  40 ó 50 ciervas. Las consecuencias son mucho más graves de las que en estas pocas líneas puedo expresar, deterioro de infraestructuras como abrevaderos o alambradas, la disminución significativa de la calidad de los venados y de su propio número, el desplazamiento del jabalí y casi su práctica desaparición en toda mancha que se ocupe por los indeseados rebaños de “pepas”, y así un largo sin fin de problemas y daños ecológicos que en nuestro ecosistema se están acumulando por la tormenta que está cayendo, que se podía haber planificado y contra la que no se está haciendo casi nada.

Queremos medidas y por ello las proponemos. Esperamos que con la nueva Ley de Caza de Extremadura y su reglamentación sea factible aplicar lo que en la realidad serán soluciones. En primer lugar dejar y facilitar que las sociedades locales de cazadores puedan gestionar la caza mayor, tal si fuera el mejor de los cotos privados, no se entiende porqué a un coto de caza, por ser local, no puede hacer recechos selectivos, batidas de ciervas para su control o aguardos previamente planificados. En segundo lugar e ipso facto se deberían ampliar los cupos para abatir ciervas en monterías, no sólo en Monfragüe y su entorno, si no en todas las comarcas con una alta densidad de ciervas. Conceder acciones exclusivamente encaminadas al control de ciervas, como las batidas para el control de daños o para el control de poblaciones, aun no teniéndolo contemplado en el PEOAC, se antoja de una necesidad perentoria, los aguardos resultan ineficaces mejor los olvidamos para estas cuestiones. Por último y volviendo a la raíz del problema la propia Ley 5/2007, de la Red de Parques Nacionales permite la caza para el control de poblaciones exponiendo lo siguiente, “La administración gestora del Parque Nacional podrá programar y organizar actividades de control de poblaciones y de restauración de hábitats, de acuerdo con los objetivos y determinaciones del Plan Director y del Plan Rector de Uso y Gestión.” Pues por Dios, que se CACE YA DE UNA VEZ.

 

José María Gallardo Gil

Secretario General F.Ex.C.